En la mente de un pesimista acostumbrado a sufrir por cosas que no han ocurrido. Todo es un muro, al menos hasta que la bruma cesa.
Hay esfuerzos necesarios e inevitables si quieres adentrarte en un sueño. Tendía a esconderme bajo una manta fría y esperar el calor, pero no, no encuentro la sustancia de un hecho, si no empujo hacia esa felicidad de alguna u otra forma.
El boxeo ha ido ayudándome progresivamente a conocerme por dentro, aún más de lo que ya intuía saber de mí. Ver el brillo de ilusión y ganas en los ojos de un compañero. Saborear el reflejo que da ese espejo del gimnasio, mientras lanzas un golpe al aire o saltas a la comba, que no es distinto del reflejo que vislumbras al mirar el brillo en los ojos de tu compañero. Somos la misma ilusión en distinto cuerpo.
Un combate de boxeo abarca todos los sentimientos que se puedan imaginar. Es muy catártico para mí, el simple hecho de tener la oportunidad de vivir cerca de esas emociones, casi las puedo tocar con las manos, qué coño, las toco.
Este sábado nos esperaban 100 km entre la manta fría y el calor de las cuerdas. Conversaciones nutritivas en un coche habitado por apasionados de lo nuestro con formas variadas de llegar a una conclusión. Si no permaneces atento, los nutrientes te pasan de largo y alguien los va a aprovechar, eso seguro.
Llegamos al pabellón municipal de Mora, el escenario. Los recintos deportivos suelen concentrar una energía muy grande. Aún más, si hablamos de una velada de boxeo. Estos dos últimos años he tenido la fortuna de acudir a más de una decena de veladas boxísticas y si algo puedo sacar en claro es, que todas guardan un punto en común, y es la tensión. La tensión e incertidumbre del boxeador, del aficionado, de los familiares, etc.. todos guardan expectación, al boxeo no se juega. No hay medias tintas. Pocos deportes te pueden dar esto.
La liturgia del calentamiento. Me levanto de mi asiento y acudo para arropar a mi compañero, y después salir al ring con él, esa energía que te invade al llegar al recinto se queda en anécdota una vez estás dentro de los vestuarios. Rivales, amigos, paisanos, escuelas de otros lados, todo se disipa. Son personas que han trabajado muy duro durante mucho tiempo para subirse con garantías a un ring de boxeo y demostrar su valía en tan solo nueve minutos. No puede haber un gran odio, si amas esto, lo captas a la primera. Todos dejan cosas atrás por ese instante y solo puedo transmitir admiración cuando mis ojos se cruzan con los de un chico en busca de sus sueños.
Anuncian la salida al ring de Daniel. El ego desaparecido en combate. Son momentos especiales para todos los que estamos allí, pero el protagonista es el que va a subir dentro de las 16 cuerdas, solo queda ser un apoyo, es su momento. Desde sus asientos cada persona lo vive a su forma y modo. No se puede pedir a un familiar muy allegado y que nunca se ha puesto unos guantes de boxeo que sufra de la misma forma que un compañero de gimnasio con el que ha compartido muchas «caricias». La forma es distinta, pero el fondo es el mismo.
Que ganas de triunfar, que derroche de garra y talento unidos en un mismo objetivo. Esquivas un golpe recto, detrás de eso viene un golpe curvo y tras fallar también ese, te empuja con el hombro en la cara. En esos instantes tienes que mantener la cabeza metida en un cubo de hielo, para saber que es lo que más te conviene. Rebobinamos. El rival vuelve a lanzar un golpe recto, sabes lo que viene, te adelantas a la acción y sin darle tiempo a sacar el golpe curvo, tú ya le has cambiado el plano con un paso lateral y lanzas la consecuente contestación totalmente inesperada para él. Llegas a la esquina cansado, no queda otra que aguantar el asalto que falta, escuchas lo que puedes, la adrenalina te tiene alterado, el cubo de hielo tiene que ser tu entrenador, aunque sin faltarle contundencia en las directrices. Salimos al siguiente asalto y vuelta a empezar. Analizar y proceder una y otra vez, sin alterarte, sin salir del combate.
Por mucho que pueda intentar relatar lo que es este maravilloso deporte, siempre tendré la ocasión de mejorarme, el boxeo tiene opciones infinitas de verlo.
Los jueces han valorado el combate y se disponen a dar el resultado. Victoria por decisión unánime, esquina…..
AZUL.