Fernando «Puma» Martínez y Kazuto Ioka han protagonizado este domingo, uno de los combates más emocionantes del año. Y en absoluto exento de calidad.
En una velada celebrada en el Ota City General Gymnasium de Tokio, el único campeón del mundo que tiene actualmente Argentina, realizaba el combate de revancha, exponiendo su campeonato mundial del peso supermosca (WBA), ante el japonés, y anterior poseedor de dicho título, Kazuto Ioka. La estrella japonesa ha sido campeón del mundo en cuatro divisiones y posee una inteligencia deliciosa, para el aficionado que es capaz de apreciarla.
El «Puma», en cambio, es un púgil bravo, tampoco exento de técnica, pero no es el típico boxeador que espera a que pasen cosas, él las busca y las genera. En el combate previo, mantenido entre ambos, el japonés no supo domar en ningún momento del pleito al púgil argentino. En esta ocasión, los primeros asaltos parecían indicar que la dirección del combate navegaba hacia el mismo destino. Lo que fue cambiando a medida que pasaban los minutos. Kazuto Ioka, no perdía ocasión, de trabajar las zonas blandas del «Puma» y ese es un planteamiento que en un principio parece que no te van a servir de mucho, pero sabes que a la larga vas reduciendo el ritmo endiablado de tu oponente y también la velocidad con la que encadena las combinaciones.
Ioka empezó a ganar asaltos y poder pararse frente al argentino a intercambiar golpes. La explosividad del ahora aspirante se equiparaba a la del campeón. En el décimo asalto, tras unos cruces con destino trágico, en los que cualquiera podía ver la lona de cerca, fue el argentino el que visitó el suelo del ring japonés. Se levantó con el alma de la que están hechos los campeones de verdad, pero ahora, Ioka tenía la confianza del que sabe que puede acabar contigo.
El final del combate fue un homenaje al boxeo, al aficionado y a todo Japón. Ninguno se dejó nada en el tintero. Nos íbamos a las cartulinas de los jueces, con una valoración de 115-112, 117-110 y 114-113, decisión unánime para el campeón argentino, que continúa siéndolo tras sus dos guerras en tierras niponas.
Honor a ambos.