La cosa fue así. No sé las veces que habré dicho esto, pero los aficionados españoles podemos contar con los dedos, las noches mundialistas que hemos vivido. España tiene 12 campeones mundiales, en el boxeo masculino. Hablamos de un deporte que lleva bastante más de 100 años disputando campeonatos del mundo. Pues bien, puede que me repita, pero la noche de ayer había que paladearla, como cuando Kiko Martínez asaltó Atlantic City, o cuando Texas asaltó a Gabriel Campillo. Son momentos especiales y nunca sabes cuando volverás a vivirlos.
Sandor Martín llevaba casi 2 años esperando la oportunidad mundialista y por fin este 1 de marzo pudo luchar por la gloria, el rival, Alberto Puello. El dominicano fue ascendido a campeón después de que Devin Haney dejara el cinturón, Puello era el campeón interino del Consejo Mundial.
Si bien Alberto Puello no tiene el reconocimiento de estrella, ni del público más casual, no hace falta ser un experto en boxeo para darse cuenta de lo complicado del rival, un tipo alto, gran envergadura, rápido en la reacción, zurdo, y lo que más me preocupaba a mí, no es un boxeador que busque la confrontación en ningún momento. A Sandor, como boxeador técnico, le vendría mejor un púgil más envarado, más atacante. Pero bueno, es lo que hay, no te puedes poner exquisito a la hora de preparar todo un campeonato del mundo.
Rafa Martín y Sandor tenían claro desde los días previos que habían viajado a New York a ganar claro y llevarse el título a Barcelona. Contaban que la preparación había sido óptima y a pesar la espera, no se habían desesperado, el objetivo estaba muy cerca.
El Barclays Center de Brooklyn, New York, presentaba un gran aspecto, aunque el público americano suele apurar su llegada hasta los últimos combates y en muchos casos, hasta el estelar.
Sandor salió a dominar el centro del ring, y un Alberto Puello expectante, por ver lo que traía consigo el español. Los primeros compases del pleito transcurrieron en la media/larga distancia, terreno acorde al estilo de ambos, Sandor se sentía cómodo, a pesar de los zarpazos de contragolpe del dominicano, pero esa era la distancia ideal, combinada con la velocidad del catalán invitaba a ser optimistas. Sandor lucía eléctrico.
Con el paso y peso de los asaltos, Sandor empezó a quedarse más en la corta distancia, a aguantarle el cuerpo a cuerpo, vamos, de tú a tú. El trabajo al cuerpo del español era muy interesante, pero a Alberto Puello se le facilitó un blanco más fácil y lo aprovechaba con ganchos al cuerpo y los rectos al rostro del español, que entraba algo descubierto, si bien es cierto que muchos golpes los bloqueaba, pero el riesgo estaba ahí y el cansancio hacía mella.
Asaltos cerrados, ninguna esquina tenía nada claro, bueno sí, que sus boxeadores tenían que seguir llevando la iniciativa y no dejar pensar al rival. La segunda parte del combate fue más tosca, más aguerrida, lo que hizo que dicha dureza se reflejara en el rostro de Sandor. Cuando llegó el último asalto nadie sabía muy bien cómo habían visto el combate los jueces. Sandor Martín se llevó el último asalto, volviendo a separarse de su rival, manteniéndolo en distancia y demostrando gran físico, para ser el 12º asalto.
Sandor Martín dejó al boxeo español en un muy buen lugar. Se dejó todo lo que tenía en el ring y lo que no tenía también. Son de esos combates que te acercan más si cabe al boxeador. Sandor en el ring es inteligente, técnico, cerebral y con suficiente poso para asumir cualquier eventualidad, pero ayer demostró, como ya hizo ante Anthony Yigit en Suecia, arriesgar para buscar la gloria y eso cala en los aficionados.
Los jueces decretaron una victoria por decisión dividida (113-115, 115-113, 116-112) para el dominicano Alberto Puello, que seguía siendo campeón mundial WBC, del peso superligero.
El resultado me deja mal sabor de boca, pero no es ninguna locura, salvo la tercera puntuación, que es algo exagerada, las demás son entendibles.
Los aficionados españoles al noble arte recordaremos siempre la noche del 1 de marzo de 2025. Me gustaría repetirme mucho más en lo decir, que hemos vivido una noche especial, de campeonato mundial, con un español compitiendo. La esperanza no termina aquí y menos en Noche de boxeo.
Carlos Fernández