Yo no esperaba menos, no sé ustedes. Anoche en Riad, capital de Arabia Saudí pudimos ver uno de los combates del año. Unificación total, los cuatro organismos, todos los cinturones en juego. Usyk poseía tres y el británico, el del Consejo Mundial (WBC).
Había dudas, pues sí. Sobre todo después de ver al Gipsy King hacer un combate algo triste ante el campeón de UFC, Ngannou. No obstante siguiendo sus redes sociales nos dimos cuenta de que la preparación estaba siendo bastante diferente. Tyson Fury se tomó esta pelea con la seriedad obvia que debía tomársela. De Usyk si que no había ninguna duda.
Cabe remarcar la diferencia de envergadura y de tonelaje entre ambos contendientes. Esa quizá era la mayor duda si mirabas el lado del ucraniano. Usyk unificó hace 6 años el peso crucero y todo fuera de casa. Ahora tocaba el peso pesado y las dudas eran justificadas sólo en el ámbito físico, porque en el técnico yo le tenía toda la confianza del mundo.
El combate comenzó con Usyk en constante presión y amagando todas y cada una de las entradas en la media-corta distancia. Lo que obligaba a Fury a estar en tensión cada segundo, con el desgaste que eso conlleva. El «Rey Gitano» se adaptó y empezó a moverse con más soltura y a no quedarse tanto en las cuerdas, soltaba sus manos con velocidad y hasta tenía tiempo para hacer algunas de sus payasadas. ¿Señal de que estaba disfrutando o sólo quería sacar al ucraniano de la pelea?, Yo creo que ambas. El golpeo al cuerpo empezaba a ser clave y en el sexto episodio del pleito conectó un uppercut de derecha posterior a una izquierda al cuerpo que casi levanta al ucraniano del suelo. Usyk supo capear el temporal a base de piernas y más piernas, virtud que poseen ambos y los hacen ser los mejores pesos pesados del planeta hoy por hoy.
Tyson estaba en su salsa, cuando proponía y se adelantaba al ataque rival veía como Usyk estaba incómodo y hasta dañado en ocasiones, lo que hace aún más grande lo que vino posteriormente.
Cambiar las tornas en un combate es muy difícil sea del nivel que sea. Si hablamos de un campeonato mundial ya ni os digo, es casi imposible darle la vuelta la tortilla cuando todo está en contra, pero lo más alucinante es dar la vuelta a todo ante una estrella del boxeo que está disfrutando en el ring y haciéndote daño, eso ya es otro nivel, otra categoría. Es lo que hizo Oleskandr Usyk anoche en Riad. El octavo asalto y el noveno asalto fueron una masterclass de boxeo en toda regla. En el noveno lo tuvo KO durante varios segundos y no cayó gracias a las cuerdas aunque el árbitro también pudo haberlo parado. La velocidad de manos en la respuesta al ataque rival fue determinante, Usyk juega en otra liga, es preciso y rápido. Y otra de las claves fue la presión incesante durante los doce asaltos, pero no una presión loca si no una presión que obligaba a Fury a estar alerta, como ya dijimos al principio. Eso provoca cansancio y que el nivel de reacción ya no sea el mismo, tus reflejos bajan efectividad y ahí es donde entra la calidad del ucraniano para ejecutarte. No obstante Tyson Fury consiguió aguantar hasta el final de la ruta y hasta lanzaba alguna mano peligrosa por si cazaba a su rival. Usyk no se volvió loco y se dedicó a ganar los últimos rounds sin sobresaltos.
Los jueces vieron una decisión dividida. Yo vi un gran combate de boxeo entre dos auténticos superclase. Ojalá podamos seguir viendo este tipo de peleas.