Por quinto año consecutivo se ha celebrado la Velada del año organizada por Ibai Llanos. El lugar escogido ha sido el estadio La Cartuja de Sevilla. Como las anteriores cuatro ediciones, la noche contó con artistas musicales reconocidos (en su mayoría del género urbano), siete combates de creadores de contenido en Internet y un espectáculo de luz y sonido digno de un festival de música de nivel o un campeonato mundial en Wembley o Estados Unidos. Imposible negar la evidencia.
80.000 personas en La Cartuja. Picos de audiencia en Twitch nunca antes vistos, 9,19 millones. Una media de 6 millones en siete horas de evento. Números de récord. Historia de Internet.
Ya viene siendo habitual la división de opiniones existente dentro del mundo del boxeo el día del evento y los posteriores. La gente más crítica incide en varios puntos. La falta de apoyo al mundo del boxeo, al no incluir combates de verdad. Y por encima de todo, sienten impotencia al creer que los miles de personas que vean por primera vez nuestro deporte sientan que ese es el nivel real.
Ni que decir tiene, que yo difiero casi por completo. Entiendo La Velada del Año de Ibai como lo que es, un show de internet, por y para su público. Aunque se ha convertido en un fenómeno de masas tan brutal que ya no solo lo disfrutan los seguidores de los streamers y creadores, lo conoce hasta tu abuela que vive en el pueblo.
Podían haber elegido el karate, el kickboxing o el balonmano, pero han elegido el boxeo como telón de fondo. Es obvio que nuestro deporte genera una emoción en la gente, en personas que jamás lo han visto ni seguido, pero que al ver a su youtuber favorito o a su creador más seguido entrenar, sufrir y superarse durante 4 meses para subirse a un ring a enfrentar a otro en las mismas circunstancias, les motiva a al menos sentarse el día del evento y no perderse ni un minuto.
Ni hablar de los miles de jóvenes que motivados por todo esto que cuento, se lanzan a visitar un gimnasio de boxeo a intentar sentir lo que han visto tras la pantalla que ha sentido su ídolo.
Hay un tema que no me gustaría que se quedase sin comentar. Twitter se llena de comentarios de todo tipo, donde, por supuesto, también entran el odio, el desprecio y la envidia de cuando un ser humano organiza algo y triunfa. Eso nunca falla. Hay que poner pegas por todos lados. ¿Cosas que mejorar? Muchas, seguro, pero la envidia se cala muy fácil.
Otro de los comentarios recurrentes en redes sociales suele ser el centrar el tiro en el mismo día del evento. «Estos circos dañan el boxeo» «Menuda payasada» «¡Qué ridículo ver pegarse a dos que no saben!», etc. Mensajes que parte de un error. La velada no empieza y acaba el día del evento. La velada empieza el día de la presentación. Desde ese momento, los participantes empiezan a publicar contenido de forma semanal en sus canales y conforme se acerca el día, aún más. ¿Qué quiero decir con esto? Qué creadores de contenido con millones de seguidores (sobre todo jóvenes, pero también adultos) exponen entrenamientos con los mejores preparadores del país en el que viven, ex boxeadores, púgiles en activo, leyendas y toda clase de expertos ampliamente reconocidos en el mundo del boxeo. Eso, durante cuatro largos meses. Las personas que jamás habían visto boxeo en toda su vida lo ven por primera, segunda, tercera vez, de la mano de su canal de Youtube favorito. La exposición es tan grande y positiva, porque repito, los participantes se preparan con gente del boxeo y eso abre un abanico tremendo al conocimiento del mismo.
Teniendo claro que habrá un porcentaje enorme que no se acercará al boxeo nada más de año en año, por este evento, pero es injusto decir que La Velada del Año de Ibai Llanos no aporta nada a la correcta difusión del boxeo y que ridiculiza nuestro deporte, porque es mentira. Lo da a conocer durante meses. Lo que veamos sobre el ring el día D eso es otro tema. Los aficionados al boxeo que disfrutan de la noche saben que van a ver a gente que recién empieza, no tenemos expectativas de ver el mejor boxeo. Y los que busquen boxeo de verdad que visiten más esta web.
Carlos Fernández
