El T-Mobile Arena de Las Vegas iba a ser testigo de un enfrentamiento boxístico con mucho picante. Quedó claro en las sesiones fotográficas y en las ruedas de prensa previas, el cubano y el de ascendencia mexicana, no se llevaban nada bien. Muchas veces se exageran las posturas por promoción, en este caso, se vislumbraba un motivo únicamente deportivo. El ego del deportista.
David Morrell, a pesar de tener una gran carrera amateur, se presentaba anoche con solo 11 combates a las espaldas y 9 de ellos ganados por KO. El cubano solo había escuchado la decisión de los jueces en dos ocasiones, y son las veces que ha llegado a realizar doce asaltos completos.
En cambio, David Benavídez, subía al ring con un bagaje bastante más amplio que su rival. Con 29 combates realizados, todos ganados y casi 100 asaltos más que su rival, en el boxeo profesional.
Con todo ello, Morell salió sin ningún complejo ante el excampeón mundial del peso supermedio, el cubano es un boxeador muy habilidoso, como nos tienen acostumbrados desde esa zona del mundo. Ver a Morrell boxear es bastante agradable, se nota cuando alguien disfruta lo que hace, cada esquiva, cada acción, rezuma clase. Anoche, tenía el peor rival posible, un boxeador en su mejor momento como deportista, con la experiencia que dan los combates por títulos mundiales y con una inteligencia bárbara. Poco a poco, Benavídez fue «talando el árbol» con un ritmo endiablado, no dejaba al cubano respirar. David Morrell iba por arreones, más inconstante, algún destello por asalto, pero cada vez estaba más agotado y Benavídez con una magnífica defensa de bloqueos daba al traste con los intentos del cubano.
Incompresiblemente, al menos asó lo sentí yo, Morrell decidía quedarse en la corta distancia demasiadas veces, para así contestar, pero lo único que conseguía era encajar combinaciones tanto arriba, como abajo, que le iban minando cada vez más.
El combate seguía esos derroteros y parecía que no iba a verse modificado, pero es en estos momentos cuando se destapan los «fenómenos», David Morrell salió con todo en los dos últimos asaltos del combate, el 11 y el 12 fueron una auténtica guerra. Decidió morir matando y le honra. Hasta consiguió propinarle un knockdown a Benavídez, aunque parecía ser un tropiezo con las piernas. No le sirvió de mucho esa caída, ya que al sonar la campana se le fue la mano y el señor Thomas Taylor le sancionó con un punto, tras ese golpe fuera de tiempo.
Al final del combate, y como suele ser habitual, los boxeadores se fundieron en un abrazo emotivo con el que finalizaban las grescas protagonizadas tanto dentro como fuera del ring. Termina el combate y uno gana y otro pierde, pero el honor y el respeto se lo llevan ambos, ese abrazo de reconocimiento del uno hacia el otro, los valores del noble arte.
Los señores jueces dieron la victoria a David Benavídez, por decisión unánime (118-108; 115-111; 115-111). Había «títulos interinos, regulares y demás chapa inútil». Lo importante es que el campeón del peso semipesado es Beterbiev y ahora Benavídez le sigue la estela. David Morrell tampoco se va de vacío, ha demostrado en su 12º combate profesional, que está preparado para darnos grandes noches de boxeo.
En el resto de la cartelera pudimos ver a prospectos como Curmel Moton realizar su 7º combate, que ganó por Ko en 3 asaltos a Frank Zaldivar. También al cubano Yoenli Hernández que también tenía su 7º combate profesional y lo resolvió noqueando a Astorga en 5 asaltos. El prospecto argentino, Mirco Cuello, puso su record profesional en 15-0, tras ganar por KO en el décimo y último asalto al mexicano Olivo Barreda.
El único título mundial de la gala de anoche, lo disputaban Stephen Fulton y Brandon Figueroa. Ambos se enfrentaron en 2021 en una unificación del peso supergallo, con victoria para Fulton por decisión mayoritaria. Anoche, lo que había en juego era el mundial WBC del peso pluma y volvió a imponerse Fulton, esta vez por decisión unánime (117-111; 117-111; 116-112).
Para terminar mi crónica, he dejado para el final el que probablemente sea el mejor combate de lo que llevamos de año. En juego no había títulos de «chapa», ni títulos importantes, ni nada de nada. Bueno, había en juego lo más importante, el prestigio y el seguir subiendo en el escalafón del boxeo mundial. Isaac Cruz, ya ha sido campeón mundial, pero para Ángel Fierro era un escenario ideal. Ambos protagonizaron una guerra desde el primer asalto hasta el último. Yo pensaba que no llegarían al final de la ruta, pero desconocía la quijada de Fierro. El «Pitbull» llevó el ritmo al que nos tiene acostumbrados, pero se topó con un muro que encajaba los golpes y automáticamente se preparaba para meter los suyos y devolver la demolición. Ángel Fierro encajó como un verdadero animal, conforme avanzaban los asaltos fue defendiéndose mejor y hasta hubo momentos en los que hacía retroceder a Isaac Cruz. Combinaciones que tumbarían un edificio moderno, corazón, coraje, y boxeo ofensivo hasta las últimas consecuencias. La épica del boxeo resumida en 10 asaltos de puro terror.

El árbitro levantó la mano del «Pitbull», después de que los jueces dieran una decisión unánime para el excampeón mundial (98-92; 97-93; 96-94). El combate amerita revancha. Lo más importante es que se recuperen bien y puedan seguir haciendo disfrutar al amante de este deporte.
Carlos Fernández.