Tengo en mente, y además, de forma bastante nítida, la primera vez que vi a Terence Crawford boxear. Ese sábado encendí el ordenador y me puse a buscar la forma de ver la velada británica que solía ver cada fin de semana. El horario, inmejorable, y el boxeo siempre ha sido de mucho nivel en Reino Unido donde es un deporte bastante mayoritario, no como aquí. Pues bueno, me topé con que la velada de ese día, era en Escocia, y el combate estelar lo protagonizaba el bueno de Ricky Burns. Burns es muy popular en Escocia, no obstante, fue campeón mundial en dos pesos (superpluma y ligero).
Realizaba una defensa de su título WBO del peso ligero, yo lo tenía bastante controlado y llevaba unos combates previos creando bastantes dudas. Leí que la defensa, este 1 de marzo de 2014, era ante un americano llamado Terence Crawford, de 26 años de edad y un record perfecto de 22 victorias 16 ko) y cero derrotas. Recuerdo que pensé «hasta aquí llegaste Ricky». Todo transcurrió como esperaba, Crawford era un boxeador técnico y aparte, muy inteligente, jamás se alteraba por nada. Fue una victoria plácida por decisión unánime y refrendaba tanto su nueva posición como campeón (su 1er título mundial), como el bajón que estaba teniendo el escocés en sus combates precedentes. A Crawford lo descubrió el público general, tres meses después del combate ante Burns, y fue al derrotar por ko a Yuriorkis Gamboa. En España se pudo ver el pleito ante el cubano en un PPV de Marca.com.
No puedo decir que me diera cuenta en dicho momento de lo que estaba por llegar, sería mentir. Pude descubrir a un gran talento, que salió fuera de su país para ganar su primer título mundial, eso tiene mucho mérito. Lo que no imaginé, es que se convertiría una década después en quien es ahora.
El pasado sábado, 3 de agosto, Terence Crawford tenía la opción de seguir sumando logros a su legado. El objetivo era ser campeón mundial en cuatro divisiones de peso. Si con Ricky Burns, ganó el título del peso ligero, este 3 de agosto disputaba el del peso superwelter.
Israil Madrimov, boxeador uzbeko con mucha experiencia amateur, pero con apenas 11 combates en el terrero profesional que le han valido ya para ser campeón superwerlter de la WBA, lo fue el pasado mes de marzo. Os acabo de presentar al rival del americano, sobre el papel no inquietaba mucho, digo sobre el papel porque los que hemos seguido la carrera del uzbeko sabemos del peligro que tiene y en el boxeo no hay nada escrito (o eso me gusta pensar).
De los mil y un famosos presentes en el BMO Stadium de Los Ángeles que se encargue otro de exponerlo. Caí al sofá a disfrutar del combate como galleta sopada en leche. Antes pude disfrutar de grandes combates, lucieron muy bien los cubanos Andy Cruz y David Morrell. El mexicano Isaac «el pitbull» Cruz perdió su título ante José Valenzuela y la promesa americana del peso pesado, Jared Anderson cayó noqueado por Martin Bakole. Son combates para sentarse y disfrutarlos todos. Ha tenido que llegar Turki Alalshik para no solo unir a los promotores enfrentados de todas las partes del globo, sino también a promover eventos de al menos cuatro o cinco combates en los que no sabes a ciencia cierta quién saldrá con la mano en alto. Llevaba tiempo esperando este tipo de eventos.
Ya de día en España. Era el turno del combate de Crawford ante Madrimov. Para romper el hielo, en la crónica del combate, tengo que decir que me sorprendió la frialdad de Madrimov los primeros cuatro asaltos. Entiendo que cuando estás ante un talento único en el mundo, la duda te invada, el no saber cuando soltar tus golpes, pero me dejó frío, que le voy a hacer.
Crawford ganó los primeros rounds únicamente con el jab, la mano adelantada y pasitos cortos hacia los lados o hacia atrás para evitar una posible contra. Que fácil se escribe y se lee esto, y qué difícil es. Pues sí, pero es lo que fue.
Hubo un momento en el que el volumen del uzbeko empezó a aumentar, pero dejaba esas «macropausas» que diría el gran Manel Berdonce, espacios largos entre acción y acción que ayudan a serenarse y recuperar el control al rival. A Crawford no se le puede dejar pensar porque lee el boxeo como pocos. Unos asaltos intermedios igualados, o eso parecía, hay que tener presente que cuando un boxeador pasa de no tirar apenas golpes a tirar algo más, llama la atención de la gente, lo que no quiere decir que por haber mejorado te estés llevando los asaltos. El americano es a cada acción del uzbeko le daba respuesta, tiene una calculadora en la cabeza que le ayuda a no desesperar e ir manejando la situación, aun en sus peores asaltos, daba contestación rápida para que los jueces fueran conscientes.
En los últimos compases del combate, Crawford cerró magníficamente bien, por si había alguna duda, hasta hizo flotar al uzbeko con un uppercut con la mano atrasada tras esquivar el jab de su rival, pero Madrimov ya iba hacia delante sin importarle nada, sabía que estaba perdiendo. Desde el año 2016 ante Viktor Postol, que un combate de Terence Crawford no iba a las tarjetas. Igual que en ese combate, le dieron ganador por decisión unánime. 115-113, 115-113, 116-112. No lo vieron tan claro como yo lo vi. El caso es que Crawford ha conseguido su objetivo y ya es campeón en una nueva categoría de peso, y van cuatro.
Parece que se han despejado las dudas que albergaba la gente de si podía enfrentar a Canelo. Quizás es demasiado peso para el americano, quizás, solo quizás, veremos…