Esta noche en Riyadh, Saul Canelo Álvarez, buscaba recuperar el único cinturón mundial que no tenía en este momento y que perdió en los despachos, tras elegir como rival a Edgar Berlanga, hace unos meses. El organismo de la Federación Internacional de Boxeo (IBF) le despojó del mismo. En consecuencia, William Scull, en octubre del año pasado, logró su sueño, coronándose campeón mundial de dicho organismo, tras vencer por decisión unánime al ruso Vladimir Shishkin, en Alemania. Lo que a su vez, le proporcionó una oportunidad de oro, ya que el Canelo es propenso a buscar los máximos cinturones posibles; algo bastante loable, aunque a veces la gloria no esté en lograr un título más, sino el vencer al mejor rival posible en cada momento.
William Scull demostró sobre el ring algo que ya intuíamos: es un púgil muy elusivo, con una velocidad endiablada, pero de pegada poco contundente. Canelo encontró en Scull un escollo importante si hablamos de buscar el espectáculo, y es que el cubano no se quedaba quieto ni un instante y el mexicano tampoco se volvió loco tirando manos al aire, sino que fue buscando el hueco ideal y trabajando el cuerpo del cubano. Lo más decepcionante de este pleito fueron esas macropausas entre ataque y ataque. Cuando Canelo conectaba una combinación a las zonas blandas del cubano, no terminaba de insistir y pasaban muchos segundos hasta la siguiente acometida.
El combate navegó entre dos aguas, Scull huía de la marea y Canelo buscaba surfear las olas sin mucho éxito. Entre el que no quiere y el que no encuentra.
Los jueces vieron un (115-113; 116-112; 119-109) en favor de la estrella mexicana, que recupera el trono indiscutido en un combate que transcurrió sin pena ni gloria en el corazón de los aficionados.
En el resto de la cartelera pudimos «disfrutar» del debut del medallista olímpico, Marco Verde. Despachó a su rival en el primer asalto. El primer golpe abajo ya tumbó al también mexicano, Michel Galván Molina. Poco que analizar aquí, se espera mucho de Marco Verde y le seguiremos la pista.
Badou Jack (29-3-3; 17 ko) retuvo su título mundial (WBC), del peso crucero, tras derrotar al armenio, Norair Mikaeljan (27-3; 12 ko), un Mikaeljan, que a su vez, fue desposeído del este título al no realizar defensas del mismo. Otro cinturón mundial repartido en los despachos, pero en esta ocasión, iba a poder dilucidarse en el ring, quién lo merecía.
Tras más de dos años inactivo, el sueco cimentó su triunfo en la primera parte del pleito con detalles del gran boxeador que es, a pesar de sus 41 años. La victoria fue por decisión mayoritaria (113-115; 114-114; 113-115) en favor del sueco. No creo que tenga mucha chance en esta categoría de peso, ante gente como Gilberto «Zurdo» Ramírez o Jai Opetaia, pero por el momento puede presumir de ser el campeón del Consejo Mundial de Boxeo, ahí es nada.
Jaime Munguía (45-2; 35 ko) logró su tan ansiada revancha ante el francés Bruno Surace (26-1-2; 5 ko). El combate fue menos impactante que el celebrado en México con victoria para Surace. La esquina del mexicano lo tenía claro, Jaime no podía despistarse ni un segundo. Tomó cero riesgos, pero fue ganando asalto a asalto, sacando buenas combinaciones de golpes con un Bruno Surace refugiado en su guardia y esperando otro milagro en forma de contragolpe, pero Munguía anduvo con toda la atención del mundo a esas acciones aisladas y se llevó una victoria clara por decisión unánime, (117-111; 117-111; 116-112). Esta revancha sitúa al mexicano, otra vez, en el disparadero de salida para tener otra chance mundialista, en la división del peso supermedio.
Otro de los combates esperados y más llamativos, era el que iba a tener lugar entre Martin Bakole (21-2-1; 16 ko) y Efe Ajagba (20-1-1; 14 ko), en la categoría del peso pesado, que para los jueces terminó en combate nulo (95-95; 95-95; 94-96). Son dos púgiles duros y talentosos, quizás un escalón por detrás de los mejores de la división, pero que son un nivel que tienes que superar, si quieres ser campeón en el peso pesado. Buen combate.