Anoche, Saúl «Canelo» Álvarez retuvo sus coronas mundiales del peso supermedio ante Edgar Berlanga, o sea, retuvo todas las existentes. El mexicano tiene todos los cinturones. El escenario fue el T-Mobile Arena de Las Vegas.
Tan importante es contener la rabia, como soltar las riendas cuando toca. Edgar boxeó hacia atrás, siendo el púgil más lento del pleito. A mi modo de ver fue una decisión equivocada. Pese a que al tener mayor envergadura pueda pegar desde mayor distancia, su velocidad de respuesta no es la de su rival, y cedió la iniciativa por completo, con lo cual, eliminó muchas de sus opciones.
Uno era el árbol más alto, el viento le podía hacer estirar las ramas hasta retorcerse, pero en su pensamiento no entraba el quedarse plantado. Boxear hacia atrás es para los elegidos, y el roble florece de febrero a mayo. No era su día.
El de corteza colorada, era un árbol más asentado, con más años echando raíces, lleva mucho tiempo escuchando el rumor del viento pasar a su lado, pero no le afecta.
En cuestión de ambición, no iban a la par, uno de ellos si supo recoger los frutos que se estaba trabajando cada asalto, y el otro cedió la iniciativa sin más. A veces lanzaba ráfagas, a veces no le dejaban lanzar ráfagas, «a veces» es una locución adverbial de tiempo, que no es suficiente en el boxeo.
Un México vs Puerto Rico descafeinado, por mucha floritura en forma de aleteo desesperado que ofreciera el boricua, fue insuficiente.
Durante el combate yo intentaba imaginar otros tiros –como dicen los mexicanos– de talla mundial, a Bivol, Benavídez o a Beterbiev, en lugar de a Edgar Berlanga, para intentar vislumbrar lo que podríamos ver en un futuro, o en un sueño imposible. No suena muy positivo cuando estás viendo un combate de primer nivel, pero seguro que no fui el único.
En el tercer asalto, el boricua visitó la lona del T-Mobile Arena. Saúl sacó la guadaña en forma de crochetazo de izquierda. Resulta que Berlanga no era tan de buena madera, como el mismo se veía. Aun así, se levantó y continuó. Respeto.
Salvo algunos golpes bien ejecutados por Berlanga, Canelo Álvarez manejó todos los parámetros posibles que conlleva un combate. Llegó el duodécimo asalto y Edgar Berlanga estaba obligado a buscar algo, el problema es que ni él tenía fe, ni Canelo le dio opción a encontrar el cómo y cuándo, de esa búsqueda.
El aleteo del que hablé antes, fue lo único reseñable en el boricua. Dentro de lo que cabe, no fue mal combate, yo esperaba bastante menos resistencia del boricua. Los intentos de Berlanga no ofrecían peligro alguno a la victoria asegurada del mexicano, pero daban más aire a la posibilidad de un Crawford doblegando a Saúl, no digamos un David Benavídez. Al mexicano se le empiezan a hacer los combates más pesados, son muchos a cuestas, muy entendible. Esperanza para muchos, ley de vida para todos.