Anoche en el Teatro Las Vegas se celebró la gala boxística que cerraba la convención de la WBA en Madrid. Multitud de celebridades y autoridades del mundo de las dieciséis cuerdas se dieron cita en la capital de España para hablar del deporte que amamos.
Mi presencia en el evento me hacía especial ilusión y así lo viví durante las horas que duró la velada. The Boxer Club está haciendo una labor fantástica con la cantera en este país. El presidente de la WBA, Gilberto Mendoza, ha puesto su mirada en Madrid y en dicho trabajo, el cual valora en gran medida. Los jóvenes son el futuro de absolutamente todo.
Por fin empezaba la fiesta.
Tres combates amateurs, destacando a la gran Clara Cortés, que fue la que más llamó mi atención. El boxeo es una ciencia y aplicar esa ciencia durante los nueve minutos que dura un combate en modalidad olímpica es un auténtico lujo. También vencieron Ana Bolívar y Rodolfo Letelier; todos ellos boxeadores de la casa.
Cambiar el peligro, cambian las miradas, cambia el aroma, sientes que empieza otro evento distinto del que estabas viendo minutos atrás. Empieza el boxeo profesional.
Cada combate tendría en juego un cinturón de dicho organismo, pero con distintos nombres (Gold, Continental, América, etc), algunos lo defendían. Un puesto en un ranking se debería ganar por el nivel del rival y no por el nivel del cinturón, pero así andamos.
El mexicano Miguel Parra era muy consciente de lo que hacía en todo momento sobre el ring madrileño. No perseguía de manera torpe a su rival, todo lo contrario, lo iba encerrando sin prisa y con muy buenos movimientos de tronco para evitar el peligro de entrar en la corta distancia. El venezolano Néstor González se vio superando en todo momento, aunque sacando raza para ver si sonaba la flauta. Néstor no salió al cuarto asalto.
La polémica de la noche, aunque al no ser boxeadores nacionales no trascendió tanto en el recinto, fue el resultado de Bujar Tahiri ante el argentino Jonathan Wilson Sánchez. Diez asaltos con un gran ritmo. Cuando uno de ellos subía el ritmo y encadenaba buenos golpes, el otro intentaba responder, pero el argentino terminaba sacando más trabajo, al menos en la primera parte del pleito. El alemán fue claramente de menos a más, pero a mi modo de ver, no le daba para llevarse la victoria al finalizar los diez asaltos. Los jueces dieron una decisión unánime a Tahiri (99-91; 98-92; 98-92). Asombroso cuanto menos. Si investigamos un poco, no hace falta mucho, vemos que Tahiri es promovido por Agon Sports (uno de los promotores del evento, también de Gholam). Cosas del boxeo.
Restaban los dos combates estelares. Yo me levanté del asiento y entre tanta marabunta de estrellas terminé viendo el combate de pie y muy cerca del ring, atento a todo, a cada charla de los que manejan el cotarro en esta mi pasión. Cuando de repente sale al ring un doble oro olímpico, como es Arlen López. El cubano ha sido una leyenda en el boxeo amateur y apenas está dando los primeros pasos en el boxeo rentado. Su rival, el mexicano Paul Valenzuela Cuesta. Todos los allí presentes pudimos disfrutar de uno de los mayores talentos de las últimas décadas y de su adaptación al campo profesional, que nunca es fácil y los cubanos suelen tener dificultades. Arlen manejó el tiempo y distancia a la perfección con gran dominio de sus emociones. No permitía al mexicano meterse en el combate y se limitó, con cabeza, a ganar bien y sin sustos.
Fue un honor felicitar al cubano nada más bajarse del ring. Un gran recuerdo. Llegaba el estelar.
Moussa Gholam es un boxeador muy bien posicionado en la WBA y tiene la mira puesta en un futuro en disputar un campeonato mundial. En esta ocasión su rival era un joven argentino llamado Maximiliano Jesús Veron. La salida al ring de Moussa Gholam fue muy alentada por todos los aficionados presentes en el Teatro Las Vegas. Además, iba acompañado del futbolista del Paris Saint Germain Achraf Hakimi y, por supuesto, del excampeón de Europa y entrenador de Gholam, Isaac «Chaca» Real.
Todo el ambiente hacía presagiar un fin de fiesta por todo lo alto. Desde el primer tañido de la campana se vio la diferencia de velocidad y de precisión entre uno y otro. El argentino no estaba cómodo, pero aprovechaba cualquier despiste para sacar trabajo. Gholam, al igual que Arlen López, no se volvió loco porque sabía que si el KO tenía que llegar, llegaría. Y así fue. Maximiliano Veron empezó a tener piernas de trapo tras el castigo tan duro al cuerpo de Gholam. Llegó a tirar el bucal un par de veces, hasta fue amonestado, por querer ganar un poco de tiempo para respirar.
Ver el boxeo desde tan cerca, te da una perspectiva muy distinta. Yo temía por la integridad del joven púgil argentino. No entendía cómo su esquina no tomaba partido y paraba el pleito. Tuvo que ser el árbitro el que, en el sexto asalto, después de una derecha recta muy peligrosa, viera por suficiente el castigo y decretara el fin del combate. Quizás los que vieron la gala en televisión observaron que el árbitro la paró muy pronto. Repito, ver el boxeo en directo te cambia todo. A ese chico solo le quedaba recibir golpes y quedaban asaltos. Bien parada.
Un lujo el poder asistir a este tipo de evento y conocer a mucha gente, también reencontrarte con mucha otra. En definitiva, me gustó mucho la organización y el aire renovado que quieren darle al boxeo. Necesitamos salir de la oscuridad en la que siempre ha estado el boxeo en nuestro país. Volveré.