La necesidad agudiza el ingenio. «No me van a quitar lo que es mío. Fueron demasiados años para estar donde estoy», eso parecía pensar Cristóbal Lorente durante el combate celebrado el pasado sábado en en Braehead Arena de Glasgow.
Rafa Martín y su hijo, Sandor Martín, ya tienen suficiente experiencia en viajar desde España al extranjero contando con la muy poca fe de los medios boxísticos internacionales. Pero el trabajo bien hecho durante décadas ha dado sus frutos y han podido vivir grandes victorias en Estados Unidos y en distintos territorios hostiles. Con Cristóbal ha pasado algo parecido en los últimos tiempos. Se coronó campeón europeo en Albania, lo retuvo por primera vez en Italia y este sábado tenía su mayor reto por delante. La tercera defensa del título ante un púgil invicto y con mucha proyección mundial, no obstante, Nathaniel Collins está situado en el puesto número uno del mundo para el Consejo Mundial de Boxeo (WBC).
Collins es un púgil zurdo que impone un ritmo muy alto a sus combates. Sus ataques no se centran en lanzar una mano perdida, sino que combina entre tres y cuatro golpes que hacen retroceder a sus rivales. Aquí hay un aspecto vital del enfrentamiento con Lorente. El español decidió no eludir, ni «corretear» por el ring. Quiso aguantar las embestidas para contestar con dureza y que Collins no se viniera muy arriba. Aun así, los primeros rounds fueron del escocés, pero poco a poco se empezó a dar cuenta de que su trabajo de intimidación y de presión no surtían tanto efecto como en pleitos anteriores.
El sexto asalto fue absoluto cine épico con una acción desbordante en la que los dos contendientes sufrieron golpes muy duros. Cristóbal decidió intercambiar al mismo ritmo que imponía Collins y pudimos disfrutar de uno de los asaltos del año. Vi a Lorente algo mareado, pero tiró de raza para ponerse a la altura de su rival y que no visitara la esquina sin haberse llevado su dosis durante el asalto.
A partir de ahí, el escocés fue bajando la forma física, atacando menos y agarrándose más y más. Cristóbal tampoco gozaba de la mejor frescura posible, pero estaba algo más activo y con unas ganas terribles de seguir atacando. Sentía que tenía que ganar asaltos y así lo demostraba.
Este es uno de esos combates que honran al boxeo de la mejor forma. Se mezclan varias cosas. Ninguno de los dos deportistas daba por perdido ningún asalto. Ambos buscaban el máximo beneficio durante los 36 minutos. El objetivo era el mismo: ganar a toda costa. Es muy emocionante cuando visualizas un combate así, porque dejas de ver solo a dos hombres en un ring, para ver todo lo que hay detrás, años y años de esfuerzo. Entrenamientos extenuantes, enfermedades, horas y horas dedicadas a un objetivo. Ya no eran dos boxeadores, eran dos historias. La épica del boxeo es esto.
El combate fue a las cartulinas (115-113, 113-115, 114-114). Combate nulo y, a mi modo de ver y juzgar el noble arte, justo.
Cristóbal Lorente retuvo su campeonato de Europa del peso pluma en Glasgow. Este gran evento amerita una revancha. El español empató con el número uno del mundo. Algo se está haciendo bien en el KO Verdún. Algo, mucho.
La montaña no le enseña su cima a cualquiera. Carlos Fernández.