No me gustó la idea. Eso de ver a un artista; se puede considerar arte a lo que expone Terence Crawford sobre un ring; la noticia de un combate entre dos púgiles con tantas divisiones de peso de diferencia, lo reconozco, en el momento me dio tristeza. ¿No habrá rivales de su tamaño? Eso pensaba. Y bueno, al final al cabo lo sigo pensando.
Conforme se acercaba el día del combate, se me fue marchando la neblina de la duda, poco a poco. Cada vez lo veía más claro, me pasaban por la mente expresiones como «Crawford es de los míos, el estilo indescifrable y talentoso que tanto me apasionó de este deporte». No me quería permitir abandonar las ganas de disfrutar de un evento único. Hablamos de Saúl «Canelo» Álvarez y Terence Crawford. Los analistas llevan muchos años posicionándolos lo más arriba del top mundial del noble arte. Durante las últimas semanas mi cabeza olvidó las diferencias físicas y me limité a esperar la hazaña. Lo iba a hacer. Lo hizo.
El Alliegant Stadium situado en Las Vegas fue el recinto escogido, más de 70.000 personas llenaban el lugar, podría decir que fue un hervidero esa noche, pero yo estaba recién levantado y sentando en mi sillón. El boxeo está harto de demostrarme que la tensión y la emoción de una gran noche de boxeo pueden traspasar la pantalla y de repente aparecer en un salón de estar de una casa en Ciudad Real. Misterios del boxeo.
El estadounidense Terence Crawford es un púgil inteligente y hábil para evaluar la situación en la que se encuentra mucho antes de que cualquier ser humano presente en su mismo lugar pueda descifrarla. Eso le da una ventaja muy grande ante boxeadores predecibles y con fe en un único plan. Te puede haber servido durante muchos años, no cabe duda, pero ante mentes brillantes tienes que jugar al despiste y sorprender, si no quieres que te den un buen repaso. El entrenador de Lewis Crocker sabe de lo que hablo.
Saúl no empezó el pleito del todo mal. Buscó castigar las zonas blandas de su rival para irle quitando piernas y con el paso de los asaltos intentar acortar la distancia que había entre ambos. En cambio, Crawford solo se plantaba a intercambiar cuando le convenía lanzar sus combinaciones y dejar claro el asalto, y puedo decir que no le iba mal, hablamos de dos velocidades distintas. Por lo demás, no paraba de deslizarse por el ring y provocar la desesperación del mexicano. Dos púgiles, dos estrategias, una meta. El plan que obtuvo mejores resultados fue el de Terence. ¿Por qué? Su amplia variedad de recursos y saber gestionar mejores decisiones sobre la marcha. Si el mejor deportista está concentrado, va a ganar él. Y no solo va a ganar, sino que puede dejarte en evidencia y hacerte ver peor de lo que realmente eres. Un boxeador como Ray Leonard, Mayweather, Hearns o Ali no nace todo los días. Por eso es tan raro y sorprendente ver a alguien coronarse en el año 2023 como rey absoluto del peso welter (66kg) y dos años después, en 2025, destronar al rey del peso supermedio (76 kg), no se ve todos los días. Honores a quién los merece.
La decisión de los jueces era lo de menos. Los doce asaltos dictaron suficiente sentencia.
Un campeón no abandona. La montaña rusa que nos menea, no nos define, solo nos cruje los dientes y nos corta el aliento durante unos segundos. Describo campeón como superviviente de nuestra mente.
Carlos Fernández